TRAVELER IV - NAMIBIA CENTRO Y NORTE.

El viento ardiente namibio nos empujará desde Windhoek, hacia la vastedad de la tierra Bushman, rumbo a lo desconocido.

Un viaje en el que nuestro 4x4 se convierte en el fiel compañero de travesía llena de contrastes, un testigo silencioso de nuestra curiosidad por conocer. En Otavi, los susurros de la naturaleza nos recibirán para conocer la magia escondida de las hogueras de nuestro campamento.

Pero será en el Living Museum of the Ju'Hoansi-San donde encontramos la esencia misma de Namibia. Aquí, nos sumergimos en la cultura ancestral de los San, aprendiendo de sus tradiciones, sus danzas y su profundo vínculo con la tierra. Sus historias se entrelazan con las nuestras, creando un lazo indeleble que perdurará en nuestros corazones para siempre.

Los rugidos lejanos nos llaman a Etosha National Park, donde la naturaleza se despliega en todo su esplendor. Dos días de safari nos regalan encuentros cercanos con la majestuosidad salvaje: manadas de elefantes que cruzan las llanuras, leones que acechan en la penumbra y jirafas que se alzan hacia el cielo.

Twyfelfontain nos sumerge en un paisaje de rocas ancestrales, testigos mudos del paso del tiempo. En el Damara Living Museum, nos adentramos en la vida cotidiana de una comunidad milenaria, aprendiendo de su sabiduría y su conexión con la tierra.

Cape Cross nos recibe con el rugido del océano, donde la mayor colonia de leones marinos del mundo se congrega en las rocas, un espectáculo de vida y energía desbordante. Swakopmund nos envuelve en su encanto costero, con sus calles impregnadas de historia colonial y sus playas doradas que susurran secretos de antaño.

En Valvis Bay, nos lanzamos a la aventura en kayaks, entre focas juguetonas que nos reciben con curiosidad y alboroto. Cada remada es un eco de libertad, un instante suspendido en el tiempo donde la felicidad se funde con la inmensidad del océano.

Y así, con el alma llena de recuerdos y el corazón rebosante de gratitud, regresamos a Windhoek, donde cada rincón guarda un pedacito de nuestro viaje. Namibia nos ha regalado más que paisajes impresionantes; nos ha regalado una lección de humildad, de conexión y de amor por la naturaleza que nos rodea. En cada huella dejada en la arena, en cada mirada perdida en el horizonte, llevamos con nosotros el espíritu indomable de esta tierra salvaje.

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